La Novia Cadáver: ¡qué vuelva a la tumba!
El segundo largometraje de animación del excéntrico Tim Burton tiene poco nuevo que contar. Es verdad que las animaciones están muy pero que muy bien pero ya está. Y eso de qeu tienen además el mérito de que están realizadas artesanalmente mediante la técnica stop-motion, en la que se pone una figurita en una postura, se graba, se cambia un poquito, se vuelve a grabar… y así hasta que consigues el movimiento completo. Todo un trabajo en el que el maestro Ray Harryhausen dejó joyas como “Jasón y los argonautas”. Pues bien, lo jodido es que tanto trabajo no se nota en la obra de Burton. Sus animaciones parecen salidas de un estudio de Pixar porque todas las escenas están retocadas digitalmente. ¿Qué queréis que os diga? se pierde el toque retro de los movimientos, a veces, descompasados que acompañan a esta técnica. De todas formas, no es lo más criticable de la cinta. Para mi gusto, el pobre de Tim se ahoga en su propio éxito con esta película. La historia aunque parte de una buena idea surrealista, es bastante insulsa, es un refrito de Eduardo Manostijeras y su otro film de animación Pesadilla Antes de Navidad (para mí mucho mejor que ésta). Parece que el director se congratula poniendo imágenes recurrentes de su bestiario pero no organiza un discurso para intentar llegar al espectador. En resumen, es un cuento de hadas (como todos los de Burton) pero… para niños (algo a lo que no me tiene acostumbrado). Como ejemplo, decir que el cineasta siempre ha mostrado más fascinación por los protagonistas presumiblemente malvados que por los buenos (Batman, Sleepy Hollow…), en este caso ofrece el típico tópico de tio chungo sin ninguna profundidad, vamos para llorar.
Hasta la próxima.
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