La Semana
En la ciudad ha caído la oscuridad. No por ello la gente, los parroquianos, están tristes. Más bien pletóricos, exultantes. Han abandonado sus casas y desde el umbral de sus puertas miran todos hacia el mismo lugar. Desde el fondo de una calle larga, atravesado por clavos en las muñecas, se acerca un crucificado.
Hemos entrado en un agujero negro, un tiempo de tinieblas en el que los parroquianos disfrutan. Enfundados en sus capirotes, otros peregrinan la oscuridad alumbrados por un cirio.
Dicen por aquí que todo esto nada tiene que ver con la religión. Ni con la creencia en Dios. Se estila, de hecho, el argumento estrambótico de los ateos: "Yo soy ateo y adoro la Semana mayor". Está el grupo de los historiadores de arte, que hablan de retablos e imaginerías.
La fila de encapuchados presiona. Da vueltas y vueltas. Los cirios encendidos, la cera derritiéndose en las manos. Ni un murmullo. Les estoy mirando y me pregunto, ¿por qué no están todos fichados en nuestro blog?
¿Crees que Huelva te recuerda a Brazil? ¿A Blade Runner? Pareja a esta ciudad, en estos días, el plantea de Dune de David Lynch, y todos sus gusanos del desierto, no es más que un merendero con lombrices.
Acojonado me tienen, maios...
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