11.11.06

Pasión nuclear

Os mando un articulillo bastante petardillo que escribí en un medio localillo de por aquí abajo. Lo estaba relellendo y me he dicho: "Podría ser lo suficientemente friki para El Bicho". Y como llevo tanto tantísimo sin darle de comer al pobre, ahí tiene una de bombas nucleares. Un subgénero de la cultura popular que deberíamos tratar en profundidad. Pero eso será en otros post...

Le doy las gracias al dictador de Corea del Norte, Kim Jong Ill porque me ha hecho sentir un niño de nuevo. El reciente ensayo de la primera bomba atómica norcoreana me hace recordar mi infancia, cuando era un crío impresionable de siete años en Barcelona, con unos padres progres y aficionados a las manifestaciones contra la OTAN. Alucinaba con las pancartas de colores de esas marchas, que reflejaban una calavera en medio de un hongo nuclear y las palabras, OTAN NO, resaltando. Pero con lo que flipaba realmente era con los hongos nucleares mismamente.

Será porque nací en Levante, pero a mí lo de los petardos y el olor a pólvora me pone bastante. Y un petardazo atómico, así, a priori, me lo imaginaba como algo fantástico, para espanto de mis progenitores. Hasta que algún adulto aguafiestas me contó de qué iba todo ese rollo de la lluvia radiactiva, por no hablar de la guerra nuclear y el consecuente holocausto y fin del mundo. Cuando me aclararon las reglas básicas de semejante enfrentamiento -a saber, que nadie gana y todos pierden- el pequeño nihilista que yo empezaba a ser se asustó de veras. Con pesadillas incluidas.

Para ilustrar mis malos sueños, nada mejor que el subgénero de películas que se pusieron de moda entonces, dedicadas a narrar de manera realista, la vida diaria de las personas tras un evento de esas características. La más famosa fue la estadounidense El Día Después (1983). No me dejaron ver la película, menos mal, pero para imaginármela me bastaba yo sólo. Eso sí, con la inestimable ayuda del enorme cartel anunciador que colgaba de un cine de Las Ramblas. El cartel, que ocupaba media fachada, era anaranjado y en él se veía una autopista con varios coches parados. De fondo, ocupando todo el horizonte, dos explosiones nucleares tremendas sobre una ciudad, mucho mejores que las de las pancartillas de los jipis protestones con los que iban mis padres a las manifestaciones. Un anuncio suficiente para que mi imaginación calenturienta se pusiese en marcha, empezase a inventar historias sobre esa ciudad y los conductores desintegrados de los automóviles allí quietos, y no me dejase dormir por las noches.

En esa misma época, la Televisió de Catalunya (TV3), emitió una película de la BBC que se anunciaba como la respuesta europea a la cinta estadounidense. En inglés se llamaba Threads (Amenazas), de 1984. [Amigos frikis, esta peli merece la pena mogollón es como una versión deprimente de Mad Max rodada por Ken Loach. Aquí os dejo unos enlaces chachis: una sinopsis detallada de la peli y este otro que tiene una escena de la misma]. También trataba sobre los efectos de una guerra nuclear a gran escala en dos familias corrientes, esta vez de Sheffield, en el centro de Inglaterra. Mi padre me mandó a la cama al poco de comenzar la película. Pero esa noche tampoco dormí.

Y es que, en la primera mitad de aquellos locos años 80, entre punkis y modernos, flotaba en el aire, además del humo de los canutos, un miedo aterrador del que no se hablaba mucho, pero que existía. Un miedo por algo que se veía perfectamente posible: la guerra nuclear. Ahora, más de dos décadas después, desaparecida la URSS y con ella, el supuesto riesgo a un conflicto de este tipo con Estados Unidos, un bajito con cara de pocos amigos y gafas pasadas de moda pretende llamar la atención de George Bush con una rabieta radiactiva y la amenaza de una nueva carrera de armamentos. Y alrededor, otros muchos países que ya están en el club de los que poseen armas atómicas o desean tenerlas (India, Pakistán, Israel, Sudáfrica, Japón...) pululan orgullosos. Difícil papeleta para todos.

A Kim Jon Ill le agradezco, de corazón, que me haga revivir con añoranza mi infancia de niño anormal y enamorado de las explosiones atómicas. Pero me fastidia que nos despierte de nuevo en todos, ese miedo mudo a que algo terrible pueda ocurrir. Y justo ahora que había logrado dormir bien por las noches.

1 Comments:

Blogger manulito said...

No la tiene, no, pero están a tiro deL misiL maloso norcoreano, y si sigue con sus historias nucleares, ya ha dicho algún nipón que manos a la obra, a desarrollar sus propias nukes para no irse de rositas de este mundo... BANZAIIII!!!!

13:14

 

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