20.12.07

Soy leyenda. El mundo es mi piso

Un simple virus. Siempre empieza con algo así. En este caso, un virus se transmuta para curar el cáncer pero provoca una plaga que acaba con toda la humanidad. Bueno, con casi toda.

En el Manhattan de los rascacielos y las tiendas de lujo sobrevive un hombre (Will Smith) y su perra. Una ciudad incipientemente postapocalíptica, en ella todavía sobreviven los cristales de los edificios pero la vegetación ya está reconquistando su espacio. Para mí fueron muy interesantes los primeros 30 minutos de la cinta. Siempre he sido un apasionado de urbes desiertas y esa media hora te da para disfrutar de una bastante lograda. Ahora recuerdo algunas escenas de películas que me llaman la atención a este respecto como la Gran Manzana semisumergida de Inteligencia Artificial , la de Waterworld (ésta sí, totalmente sumergida), la congelada de El día de mañana, los minutos iniciales de Terminator II o el fabuloso zoom out final de Resident Evil, etc...

Soy Leyenda, está basada en el libro homónimo de Richard Matheson y que, al menos, se había llevado dos veces ya al cine (El último hombre vivo y El último hombre sobre la Tierra). En este re-remake "casualmente" de entre los billones de personas muertas va y sobrevive un tipo que es militar y además científico (bueno, me lo creo). También ha sobrevivido su perra (aunque sólo sirva para aportar un toque melodramático). Y en el sótano de su casa (pertrechada hasta arriba de latas de conserva) tiene un laboratorio de la ostia (pues muy bien... a ver como sigue la cosa). Una vez asumido todo esto y que... ¡ostiaaaaa! los infectados por el virus no murieron sino que son zombies alérgicos a la luz (zombies vampíricos), te cuentan que el colega lejos de pirarse de allí, lo que quiere es buscar una cura (vamos que el tío es un héroe de los de toda la vida).

El caso es que pasados esos primeros minutos donde uno se recrea con la ciudad fantasma, la peli se hace un poco cansina. Además los flashbacks que cuentan los minutos previos a la evacuación y cuarentena marean un poco, no son relevantes y tienen un final más que previsible. Más divertido podría haber sido saber lo que le pasaba al doctor cuando empezó a quedarse sólo pero no, la acción se inicia tres años después de la plaga.

Una de las premisas de la cinta es que el hombre es un animal social que necesita a otros para comunicarse. Su ausencia deriva tangencialmente en la locura del protagonista que se esboza mínimamente y de forma muy simplista cuando no ridícula (una charla con un maniquí).

Y por cierto, los zombies, que en un principio se supone que son inútiles, después resultan que son super listos, capaces de organizarse jerárquicamente y con habilidad para amaestrar perros zombie-vampiros. De modo, que si son una raza superior (o por lo menos mayoritaria) ¿por qué no pueden quedárselo todo, ein? Aquí no valen rollos democráticos.

De modo que es una especie de film interruptus porque no llega a ser una película de acción (le falta un poquitín de explosiones y matraca) ni es psicológica (a pesar de unos cuantos momentos muertos que te dejan eso... muerto) ni tampoco de zombies. Al final me quedé como que me faltaba algo. Para viruses y tratamiento, la mejor sigue siendo Doce Monos.

Además jode que la solución llegue al final y en el peor de los momentos.

Por cierto que el epílogo está muy, pero que muy visto.

Para destrucción del mundo el acojonante libro de Alan Weissman, El mundo sin nosotros. Un extenso ensayo con datos verosímiles de que pasaría en el mundo si un día desaparecieran de repente todos los seres humanos. Una peazo de recomendación de Damn it Jim.