A matar gigantes
Vamos a hablar de videojuegos. ¿Por qué?, pues porque de vez en cuando uno enciende la consola y se encuentra con cosas como Shadow of the colosus. Sin lugar a dudas este es el juego más original con el que me he encontrado jamás. Y no sólo es original, además es una autentica belleza en todos los sentidos.
Cuando la moda de los videojuegos apuesta por batallas masivas, cientos de jugadores en red y efectos cada vez más alucinantes Shadow of the colosus apuesta por la sencillez y el minimalismo más absoluto. Un heroe, su caballo y la princesa. De otro lado los verdaderos protagonistas, los colosos; y de fondo un escenario gigantesco, pero a la vez, vacio. Enormes llanuras, valles, praderas, montañas y antiguas ruinas olvidadas. Todo bañado por una luz cegadora que le da al inmenso escenario un aspecto cuasionirico que se incrementa con momentos en los que lo único que se escucha son los cascos de nuestro caballo sobre la hierba. Sin música.
La mecanica del juego es igualmente sencilla. En la introducción un caballero avanza por el paisaje con una muchacha a lomos de su caballo. Llega a una especie de templo. Allí deposita a la dama en un altar e implora a los espiritus del templo que le devuelvan la vida. Lo harán, pero sólo si el caballero es capaz de vencer a los colosos, gigantes que habitan más allá del templo.
San Jorge y el dragón en versión japo, y no sólo hay que matar a uno, son catorce: terrestres, voladores y acuaticos. Y realmente son colosos, son inmensos, y para vencerlos sólo contamos con un arco, una espada y la ayuda de nuestro caballo Argos.
En cuanto empezamos a jugar nos damos cuenta de la originalidad. Nuestro caballo no se maneja con el mando, se cabalga. Para la dirección hay que tirar de las bridas, y para marcar el paso usamos las espuelas. Al principio parece un poco raro, pero enseguida nos hacemos con el sistema. El resto de las cosas son más o menos igual. En principio sorprenden, pero la verdad es que el manejo es de lo más natural a la hora de trepar o atacar.
Y es que en eso consiste el juego, en trepar y en atacar. Tenemos que acercarnos a los gigantes, encaramarnos sobre ellos, buscar sus puntos debiles y hundir en ellos nuestra espada; y no es fácil, porque matar a un gigante no es fácil. Muchas veces nos caeremos y tendremos que volver a empezar, otras tendremos que ingeniarnolas para mantener el tipo agarrados al lomo o a la espalda del gigante mientras este se debate y se agita para deshacerse de nosotros. Matar a un coloso lleva su tiempo, y cuando finalmente lo consigues estás agotado, te duelen los dedos y te parece que realmente has tenido que sujetarte con uñas y dientes al pelaje de gigante.
Si podeis probad este jueguecillo porque, sólo muy de vez en cuando uno encuentra joyas como esta en el mundo de los videojuegos. Está disponible para PS2.
Cuando la moda de los videojuegos apuesta por batallas masivas, cientos de jugadores en red y efectos cada vez más alucinantes Shadow of the colosus apuesta por la sencillez y el minimalismo más absoluto. Un heroe, su caballo y la princesa. De otro lado los verdaderos protagonistas, los colosos; y de fondo un escenario gigantesco, pero a la vez, vacio. Enormes llanuras, valles, praderas, montañas y antiguas ruinas olvidadas. Todo bañado por una luz cegadora que le da al inmenso escenario un aspecto cuasionirico que se incrementa con momentos en los que lo único que se escucha son los cascos de nuestro caballo sobre la hierba. Sin música.
La mecanica del juego es igualmente sencilla. En la introducción un caballero avanza por el paisaje con una muchacha a lomos de su caballo. Llega a una especie de templo. Allí deposita a la dama en un altar e implora a los espiritus del templo que le devuelvan la vida. Lo harán, pero sólo si el caballero es capaz de vencer a los colosos, gigantes que habitan más allá del templo.
San Jorge y el dragón en versión japo, y no sólo hay que matar a uno, son catorce: terrestres, voladores y acuaticos. Y realmente son colosos, son inmensos, y para vencerlos sólo contamos con un arco, una espada y la ayuda de nuestro caballo Argos.
En cuanto empezamos a jugar nos damos cuenta de la originalidad. Nuestro caballo no se maneja con el mando, se cabalga. Para la dirección hay que tirar de las bridas, y para marcar el paso usamos las espuelas. Al principio parece un poco raro, pero enseguida nos hacemos con el sistema. El resto de las cosas son más o menos igual. En principio sorprenden, pero la verdad es que el manejo es de lo más natural a la hora de trepar o atacar.
Y es que en eso consiste el juego, en trepar y en atacar. Tenemos que acercarnos a los gigantes, encaramarnos sobre ellos, buscar sus puntos debiles y hundir en ellos nuestra espada; y no es fácil, porque matar a un gigante no es fácil. Muchas veces nos caeremos y tendremos que volver a empezar, otras tendremos que ingeniarnolas para mantener el tipo agarrados al lomo o a la espalda del gigante mientras este se debate y se agita para deshacerse de nosotros. Matar a un coloso lleva su tiempo, y cuando finalmente lo consigues estás agotado, te duelen los dedos y te parece que realmente has tenido que sujetarte con uñas y dientes al pelaje de gigante.
Si podeis probad este jueguecillo porque, sólo muy de vez en cuando uno encuentra joyas como esta en el mundo de los videojuegos. Está disponible para PS2.
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