Crepúsculo: ¿Otra vuelta de tuerca?

Por fin llegó el día deseado por muchos, el del estreno en España de la esperada Crepúsculo, basada en la novela del mismo nombre perteneciente a la saga vampírica de moda para adolescentes.

La historia, dirigida por la realizadora Catherine Hardwicke, es tan simple como efectiva: un apasionado romance entre una humana, Bella (Kristen Stewart), y un vampiro, Edward (Robert Pattinson). Un Romeo y Julieta posmoderno de fácil digestión que, pese a todo, funciona. Igual que el libro. De eso se ha encargado su autora. Stephenie Meyer ha seguido el ejemplo de J. K. Rowling con su Harry Potter y ha estado encima del rodaje para garantizar la fidelidad de la imagen a la letra. Tampoco era muy difícil. De hecho el libro parece pensado para el cine. Y así lo vio el productor Greg Mooradian, que tuvo el manuscrito en sus manos antes, incluso, de que se convirtiera en un best-seller mundial. No se equivocó, salvo en una cosa. Lo que distingue a esta historia no es el amor. Ni mucho menos. No es la primera vez que Cupido se cruza en el camino de un nosferatu, ni en el cine, ni en la literatura. El mejor ejemplo dentro del séptimo arte es: Drácula, de Bram Stoker. F. F. Coppola incluyó el amor en una historia, la de Stoker, que sólo se basa en la amistad. Los malditos: Vampiros del desierto (J. S. Cardone, 2001) es otro caso.

El verdadero interés de la historia de Crepúsculo radica en que profundiza en los sentimientos humanos del vampiro. Tampoco en esto es original Stephenie Meyer. Ya lo apuntó Anne Rice en Entrevista con el vampiro a través del personaje de Louis de Pointe, interpretado en el cine por Brad Pitt. Un no muerto con remordimientos. Un no muerto que encuentra la manera de pasar su vida eterna sin necesidad de beber sangre humana.

En Crepúsculo ocurre algo similar, pero no sólo con un vampiro, con Edward, sino con toda su familia. Le cuesta, eso sí, no hincarle el diente a Bella; tensión que permite a Meyer estirar la historia hasta el máximo. De momento lleva cuatro libros, tantas entregas como, seguramente, habrá en el cine de esta historia entretenida, pero no esencial dentro del universo vampírico. Y ahora me voy a la Meca, que me espera mi amigo Yusuf.