12.1.09

Dexter. Nunca hay suficiente sangre

Tonight is the night.

Todos los psicópatas tienen sus manías. Bueno, al fin al cabo quien no tiene sus manías y es un poco psicópata. Dexter Morgan tiene una colección interesante de excentricidades, entre otras este mantra que repite mentalmente las noches que sale con su juego de cuchillos.

Antes de ver Dexter por primera vez, tenía mis prejuicios sobre una serie americana que se vende como subversiva pero que en el fondo es muy conservadora. Me pareció fascinante la idea de un policía forense que dedica su tiempo libre a la sana tarea de pasar a cuchillo a sus vecinos y tener la delicadeza de tirar sus trozos al mar en bolsas de plástico. Pero me jodía que, para suavizar el tema y no pasarse demasiado de la raya de lo políticamente correcto, el chico solo se las gastara con tipos malos.

Tras tres temporadas he acabado por perdonar este puntito puritano, en parte por que la serie todavía sigue siendo capaz de sorprenderme con situaciones poco convencionales y porque su protagonista Michael C. Hall es jodidamente bueno en su papel de amigo, hermano y novio perfecto que esconde a un sádico sin sentimientos.

Se le perdona incluso que sea un serial killer de diseño (como el de American Psycho), que tenga una especialidad (analista de manchas de sangre) cuanto menos de dudosa utilidad en la policía y que, para colmo, se le vea trabajar más bien poco en la comisaría.

Eso se olvida a cambio de pasar un ratito bastante verosímil dentro de la mente de un asesino extremadamente inteligente pero con sus frustraciones, indecisiones e incluso corazoncito. Y se agradece que cada temporada tenga un final cerrado. Como si Showtime (la televisión que la produce) no terminara de tener claro si la va a cancelar o no.

De momento acaba de terminar la tercera temporada. Doce capítulos de cincuenta minutos. Y no puedo esperar para ver más sangre.

Una recomendación para quien esté pensando en verla. Sólo los títulos de crédito son para mí la mejor porción de humor negro concentrado que he visto en mi vida… Figúrense el resto.