El Capitán América ha muerto

Ni siquiera al tipo del escudo y las alitas en las sienes le ha sido fácil pagar una posible vistoria con la pérdida de las libertades. Guantánamo. Las cárceles secretas. La tortura. Al parecer, al capitán lo mata un francotirador justo cuando va a ser juzgado por traición, al no acatar una ley antiterrorista parecida a la que se promulgó tras el 11 de septiembre. La famosa Patriot Act. La misma que restringe las garantías para los ciudadanos y permite detenciones arbitrarias.
No es la primera vez que un superhéroe se muere. Y tampoco es nuevo que un símbolo del arte popular norteamericano –y nuestro, no olvidemos que somos una provincia del Imperio- se rebela contra lo establecido. Hace unos meses compré la reedición de uno de los tebeos que todo aficionado guarda en el mejor de sus anaqueles: Batman. El regreso del caballero oscuro (Planeta De Agostini), de Frank Miller, el mismo autor de la serie Sin City (llevada al cine por él y por Robert Rodríguez) y de 300 el tebeo salvaje sobre la batalla de las Termópilas entre los espartanos y los persas, cuya adaptación al cine tiene muy cabreados a los iraníes y del que ya hemos hablado.

En El regreso del caballero oscuro, Miller reinventa a un personaje arquetípico. Lo mata, lo rehace y lo renace. Y lo devuelve hecho un cincuentón. Con un Robin desaparecido y sustituido por una chica adolescente con antifaz. Un Batman viejo, magullado, jodido. Y retirado, claro. Pero Miller lo mete de nuevo en vereda. Y lo lleva de excursión. Para limpiar la ciudad de Gotham de “su inmundicia de corrupción y delito”, dice en alguna página el autor.
Igualito de lo que quiere Travis Bickle, el taxista enloquecido de Taxi driver, de Martin Scorsese, una de las mejores pelis de superhéroes. Y al igual que hace Scorsese con Travis, Miller termina enfrentando a Batman de cabeza contra lo establecido. Contra el poder. De la manera más salvaje y visceral.
En el caso del hombre murciélago, el poder se identifica con Superman. Cómo no. El mismo que se debe al orden y a la ley.-aunque ésta sea la Patriot Act-. Y es el mismo presidente de Estados Unidos el que está detrás de que el de las mallas azules y el caracolillo moreno se cargue al hombre murciélago. Y lo hace. En un combate final de lo más alucinante.

En El regreso del caballero oscuro, Miller reinventa a un personaje arquetípico. Lo mata, lo rehace y lo renace. Y lo devuelve hecho un cincuentón. Con un Robin desaparecido y sustituido por una chica adolescente con antifaz. Un Batman viejo, magullado, jodido. Y retirado, claro. Pero Miller lo mete de nuevo en vereda. Y lo lleva de excursión. Para limpiar la ciudad de Gotham de “su inmundicia de corrupción y delito”, dice en alguna página el autor.
Igualito de lo que quiere Travis Bickle, el taxista enloquecido de Taxi driver, de Martin Scorsese, una de las mejores pelis de superhéroes. Y al igual que hace Scorsese con Travis, Miller termina enfrentando a Batman de cabeza contra lo establecido. Contra el poder. De la manera más salvaje y visceral.
En el caso del hombre murciélago, el poder se identifica con Superman. Cómo no. El mismo que se debe al orden y a la ley.-aunque ésta sea la Patriot Act-. Y es el mismo presidente de Estados Unidos el que está detrás de que el de las mallas azules y el caracolillo moreno se cargue al hombre murciélago. Y lo hace. En un combate final de lo más alucinante.

1 Comments:
Importante dato: el capitán américa no ha muerto; "fue declarado muerto a su llegada al hospital".
Súmese eso a los comentarios realizados sobre los efectos del suero del supersoldado por Ms. Marvel en el nº 1 de The Iniatiative.
http://www.tauzero.org/blog/captain-america-is-not-dead/
20:07
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